En esta sección se presentan elementos
relativos al rendimiento obtenido por los alumnos de distintos tipos de
establecimientos, y que no siempre tienen bases:
a. “Los niños pobres tienen bajo rendimiento porque son pobres”: Lamentablemente este comentario no es inusual, y es especialmente
preocupante cuando se escucha en profesionales de la educación. Todos los niños
pueden aprender –y existen numerosos casos concretos[1]
que demuestran esta verdad-, tienen el mismo potencial de hacerlo sin importar
la situación económica de su grupo familiar. La diferencia entre los
estudiantes vulnerables económicamente y aquellos no presentan esta condición
se encuentra en las técnicas de aprendizaje que serán efectivas en uno y otros.
En efecto, los niños vulnerables pudieran requerir mayor apoyo en ciertas
áreas, de forma de compensar las posibles carencias a que se vean enfrentados
(padres de baja escolaridad, falta de materiales de apoyo en el hogar, entre
otros). La excusa común que busca justificar el bajo rendimiento en las
condiciones socioeconómicas de las familias se traduce en bajas expectativas
respecto del logro; expectativas que al estar presente en los educadores de
estos niños y jóvenes, son transmitidas a los mismos alumnos, afectando tanto en
su autoestima como su interés y esfuerzo en aprender.
b. “Los colegios particulares subvencionados logran mejor rendimiento
porque seleccionan a sus alumnos”: Si bien
existen numerosos establecimientos que cuentan con mecanismos de selección
–actualmente regulados por ley-, ellos no son la causa de su mejor desempeño.
Estudios que comparan el desempeño escolar entre las distintas dependencias
también incluyen entre las variables relevantes, la existencia o no de
selección. Las conclusiones respecto al desempeño no cambian cuando el factor
“selección” es incluido.
Adicionalmente
es necesario explicar que la presencia de selección y buen desempeño puede
llevar a conclusiones erradas. La relación entre ambas variables puede tener 2
direcciones (¿correlación o causalidad?). Por un lado, tal como se cree
frecuentemente pero ha sido descartado por algunos estudios- la presencia de
mecanismos de selección de alumnos pudiera ser la causa del mejor desempeño.
Pero por otro lado, puede suceder que el buen desempeño de un establecimiento
escolar atrae a mayor cantidad de alumnos, por lo que se requiere implementar
mecanismos de selección debido a que la demanda sobrepasa la capacidad del
establecimiento. Finalmente, parece conveniente destacar que los establecimientos
municipales también cuentan con mecanismos de selección para aquellos casos en
que su demanda es mayor a la capacidad del establecimiento.
c. “Las diferencias de rendimiento entre los establecimientos de
dependencia municipal y particular desaparecen al corregir por el nivel
socioeconómico de los alumnos”: Diversos
estudios muestran la relación positiva que existe entre la situación
socioeconómica de las familias y el rendimiento escolar, es decir, a mayor
nivel socioeconómico se observa un mayor desempeño. Esto ha llevado a pensar
que las ventajas de rendimiento presentes en los establecimientos particulares
en relación a los municipales se deberían a la diferencia de la población que
atienden. Para comprobar la veracidad o error de esta apreciación se han venido
realizando estudios desde hace muchos años. La disponibilidad de mayor
información a partir de 2001 –es posible acceder a resultados socioeconómicos
por alumno que rinde la prueba y no como promedio del establecimiento o de la
comuna como ocurría anteriormente- ha permitido un mejor análisis. Las
conclusiones de los estudios realizados a partir de 2001 difieren bastante, y
ello se debe principalmente a que consideran variables explicativas distintas.
Se dice que unos establecimientos difieren de los otros por las características
económicas de sus alumnos, la imposibilidad de unos de seleccionar, el efecto
de los pares, entre otras. Afortunadamente existen instrumentos estadísticos
que permiten aislar esas diferencias y comparar los resultados. No existe
coincidencia entre los investigadores respecto de la diferencia en el desempeño
entre unos y otros establecimientos, pero es posible destacar mediciones
confiables que confirman que luego de corregir por las variables que
diferencian a ambas dependencias, el rendimiento de los colegios particulares
subvencionados es significativamente mayor al de los municipales[2].
d. “Los establecimientos municipales enseñan mejor a los alumnos
vulnerables”: Los establecimientos municipales
muestran desempeño promedio significativamente menor a los particulares
subvencionados, sin embargo, al observar los resultados brutos por nivel
socioeconómico se observa que el puntaje SIMCE de dependencia municipal supera
al particular subvencionado en sectores de bajo nivel socioeconómico. Estas cifras han llevado a conclusiones
confusas como la del enunciado, sin embargo, no son reales. En efecto, las
cifras brutas que se comentan no permiten hacer comparaciones efectivas. Las
condiciones de los establecimientos en el nivel bajo son considerablemente
distintas entre dependencias, especialmente en lo que respecta al nivel de
gasto por alumno debido al aporte público adicional a la subvención que ocurre
en ese sector (proveniente del FNDR, aportes municipales, PIE y otros). Se ha estimado
que de contar ambas dependencias con el mismo gasto por alumno para la atención
de los estudiantes en situación de pobreza, el desempeño de los
establecimientos particulares sería significativamente mayor[3].
e. “Los padres no eligen establecimientos de acuerdo a los resultados
académicos, por tanto la competencia no ayuda a mejorar el desempeño de los
colegios”: Las familias toman decisiones
respecto a los establecimiento de acuerdo a diversas variables, entre las que
destacan: rendimiento escolar y cercanía al hogar. Las ventajas de la
competencia de los establecimientos educacionales por atraer mayor matrícula,
dependen no solamente de la existencia de oferta heterogénea –no siempre
presente en todas las localidades- sino que de información suficientemente
completa, entendible y oportuna respecto de las características de los
distintos establecimientos educativos. Lamentablemente esta variable no se
encuentra siempre presente. Si bien el SIMCE tiene por objeto informar con una
medida homogénea a todos los colegios del país, tanto su extensión,
periodicidad y difusión de información no son adecuados. La falta de
conocimiento de los resultados SIMCE por parte de los padres a veces es
interpretado como que ellos no tuvieran especial interés en la variable rendimiento.
Dicha apreciación desconoce los problemas de dicha medición y además no
reconoce el uso por parte de los padres, de otras variables relacionadas al
desempeño escolar. En efecto, encuestas que consultan respecto a los “aspectos
más importantes a la hora de elegir colegio para los hijos”, concluyen que 11%
menciona los resultados SIMCE del establecimiento, pero que 61% menciona la
calidad de la instrucción académica, 51% destaca la formación académica y
hábitos, y 45% la disciplina[4].
Parece sensato considerar estas últimas variables como factores que pueden ser
vistos como “insumos” para un mejor proceso de enseñanza.
Por otro lado,
el que la competencia de los colegios por atraer a mayor cantidad de alumnos no
se haya traducido en mejor rendimiento del sistema en general, tiene numerosas
causas y por lo tanto no puede ser descartado como mecanismo exitoso. El
sistema actual adolece de una serie de falencias que impiden que el esquema
implementado alcance los frutos que se esperan. Entre los principales problemas
que enfrenta el esquema, destacan: falta de competencia en algunos sectores
(donde se encuentran presentes sólo establecimientos municipales); acceso a
recursos por vías distintas a la subvención, lo que reduce la presión a hacerlo
bien para mantener y aumentar el interés de las familias; subsidios cruzados
entre los establecimientos municipales; falta de autonomía en el uso de los
recursos de la subvención; falta de estándares de aprendizaje; falta de
información a las familias para permitir una decisión informada.
[1] A modo de ejemplo se mencionan los
casos del colegio Francisco Ramírez, en San Ramón; Nocedal, en La Pintana; y
San Joaquín, en Renca. Todos ellos obtienen promedios SIMCE superior a 300
puntos y atienden a niños de nivel socioeconómico bajo y medio bajo.
[2] Mizala,
Romaguera (2001); Sapelli, Vial (2002, 2007); Gallego (2006)
[3] Sapelli, C.; Vial, B. Instituto de
Economía, Universidad Católica de Chile.
[4] Las cifras no deben sumar 100% porque
la pregunta de la encuesta solicita mencionar las 3 principales variables.
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