29-12-2011

Mitos sobre educación en materias asociadas al rendimiento escolar


En esta sección se presentan elementos relativos al rendimiento obtenido por los alumnos de distintos tipos de establecimientos, y que no siempre tienen bases:

a.    “Los niños pobres tienen bajo rendimiento porque son pobres”: Lamentablemente este comentario no es inusual, y es especialmente preocupante cuando se escucha en profesionales de la educación. Todos los niños pueden aprender –y existen numerosos casos concretos[1] que demuestran esta verdad-, tienen el mismo potencial de hacerlo sin importar la situación económica de su grupo familiar. La diferencia entre los estudiantes vulnerables económicamente y aquellos no presentan esta condición se encuentra en las técnicas de aprendizaje que serán efectivas en uno y otros. En efecto, los niños vulnerables pudieran requerir mayor apoyo en ciertas áreas, de forma de compensar las posibles carencias a que se vean enfrentados (padres de baja escolaridad, falta de materiales de apoyo en el hogar, entre otros). La excusa común que busca justificar el bajo rendimiento en las condiciones socioeconómicas de las familias se traduce en bajas expectativas respecto del logro; expectativas que al estar presente en los educadores de estos niños y jóvenes, son transmitidas a los mismos alumnos, afectando tanto en su autoestima como su interés y esfuerzo en aprender.  

b.    “Los colegios particulares subvencionados logran mejor rendimiento porque seleccionan a sus alumnos”: Si bien existen numerosos establecimientos que cuentan con mecanismos de selección –actualmente regulados por ley-, ellos no son la causa de su mejor desempeño. Estudios que comparan el desempeño escolar entre las distintas dependencias también incluyen entre las variables relevantes, la existencia o no de selección. Las conclusiones respecto al desempeño no cambian cuando el factor “selección” es incluido.
Adicionalmente es necesario explicar que la presencia de selección y buen desempeño puede llevar a conclusiones erradas. La relación entre ambas variables puede tener 2 direcciones (¿correlación o causalidad?). Por un lado, tal como se cree frecuentemente pero ha sido descartado por algunos estudios- la presencia de mecanismos de selección de alumnos pudiera ser la causa del mejor desempeño. Pero por otro lado, puede suceder que el buen desempeño de un establecimiento escolar atrae a mayor cantidad de alumnos, por lo que se requiere implementar mecanismos de selección debido a que la demanda sobrepasa la capacidad del establecimiento. Finalmente, parece conveniente destacar que los establecimientos municipales también cuentan con mecanismos de selección para aquellos casos en que su demanda es mayor a la capacidad del establecimiento.

c.    “Las diferencias de rendimiento entre los establecimientos de dependencia municipal y particular desaparecen al corregir por el nivel socioeconómico de los alumnos”: Diversos estudios muestran la relación positiva que existe entre la situación socioeconómica de las familias y el rendimiento escolar, es decir, a mayor nivel socioeconómico se observa un mayor desempeño. Esto ha llevado a pensar que las ventajas de rendimiento presentes en los establecimientos particulares en relación a los municipales se deberían a la diferencia de la población que atienden. Para comprobar la veracidad o error de esta apreciación se han venido realizando estudios desde hace muchos años. La disponibilidad de mayor información a partir de 2001 –es posible acceder a resultados socioeconómicos por alumno que rinde la prueba y no como promedio del establecimiento o de la comuna como ocurría anteriormente- ha permitido un mejor análisis. Las conclusiones de los estudios realizados a partir de 2001 difieren bastante, y ello se debe principalmente a que consideran variables explicativas distintas. Se dice que unos establecimientos difieren de los otros por las características económicas de sus alumnos, la imposibilidad de unos de seleccionar, el efecto de los pares, entre otras. Afortunadamente existen instrumentos estadísticos que permiten aislar esas diferencias y comparar los resultados. No existe coincidencia entre los investigadores respecto de la diferencia en el desempeño entre unos y otros establecimientos, pero es posible destacar mediciones confiables que confirman que luego de corregir por las variables que diferencian a ambas dependencias, el rendimiento de los colegios particulares subvencionados es significativamente mayor al de los municipales[2].

d.    “Los establecimientos municipales enseñan mejor a los alumnos vulnerables”: Los establecimientos municipales muestran desempeño promedio significativamente menor a los particulares subvencionados, sin embargo, al observar los resultados brutos por nivel socioeconómico se observa que el puntaje SIMCE de dependencia municipal supera al particular subvencionado en sectores de bajo nivel socioeconómico.  Estas cifras han llevado a conclusiones confusas como la del enunciado, sin embargo, no son reales. En efecto, las cifras brutas que se comentan no permiten hacer comparaciones efectivas. Las condiciones de los establecimientos en el nivel bajo son considerablemente distintas entre dependencias, especialmente en lo que respecta al nivel de gasto por alumno debido al aporte público adicional a la subvención que ocurre en ese sector (proveniente del FNDR, aportes municipales, PIE y otros). Se ha estimado que de contar ambas dependencias con el mismo gasto por alumno para la atención de los estudiantes en situación de pobreza, el desempeño de los establecimientos particulares sería significativamente mayor[3].

e.    “Los padres no eligen establecimientos de acuerdo a los resultados académicos, por tanto la competencia no ayuda a mejorar el desempeño de los colegios”: Las familias toman decisiones respecto a los establecimiento de acuerdo a diversas variables, entre las que destacan: rendimiento escolar y cercanía al hogar. Las ventajas de la competencia de los establecimientos educacionales por atraer mayor matrícula, dependen no solamente de la existencia de oferta heterogénea –no siempre presente en todas las localidades- sino que de información suficientemente completa, entendible y oportuna respecto de las características de los distintos establecimientos educativos. Lamentablemente esta variable no se encuentra siempre presente. Si bien el SIMCE tiene por objeto informar con una medida homogénea a todos los colegios del país, tanto su extensión, periodicidad y difusión de información no son adecuados. La falta de conocimiento de los resultados SIMCE por parte de los padres a veces es interpretado como que ellos no tuvieran especial interés en la variable rendimiento. Dicha apreciación desconoce los problemas de dicha medición y además no reconoce el uso por parte de los padres, de otras variables relacionadas al desempeño escolar. En efecto, encuestas que consultan respecto a los “aspectos más importantes a la hora de elegir colegio para los hijos”, concluyen que 11% menciona los resultados SIMCE del establecimiento, pero que 61% menciona la calidad de la instrucción académica, 51% destaca la formación académica y hábitos, y 45% la disciplina[4]. Parece sensato considerar estas últimas variables como factores que pueden ser vistos como “insumos” para un mejor proceso de enseñanza.
Por otro lado, el que la competencia de los colegios por atraer a mayor cantidad de alumnos no se haya traducido en mejor rendimiento del sistema en general, tiene numerosas causas y por lo tanto no puede ser descartado como mecanismo exitoso. El sistema actual adolece de una serie de falencias que impiden que el esquema implementado alcance los frutos que se esperan. Entre los principales problemas que enfrenta el esquema, destacan: falta de competencia en algunos sectores (donde se encuentran presentes sólo establecimientos municipales); acceso a recursos por vías distintas a la subvención, lo que reduce la presión a hacerlo bien para mantener y aumentar el interés de las familias; subsidios cruzados entre los establecimientos municipales; falta de autonomía en el uso de los recursos de la subvención; falta de estándares de aprendizaje; falta de información a las familias para permitir una decisión informada.


[1] A modo de ejemplo se mencionan los casos del colegio Francisco Ramírez, en San Ramón; Nocedal, en La Pintana; y San Joaquín, en Renca. Todos ellos obtienen promedios SIMCE superior a 300 puntos y atienden a niños de nivel socioeconómico bajo y medio bajo.
[2] Mizala, Romaguera (2001); Sapelli, Vial (2002, 2007); Gallego (2006)
[3] Sapelli, C.; Vial, B. Instituto de Economía, Universidad Católica de Chile.
[4] Las cifras no deben sumar 100% porque la pregunta de la encuesta solicita mencionar las 3 principales variables.

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